Ahora viene cuando me presento...

Soy hija de emprendedores, que crearon negocios sólidos y de los que aprendí tres lecciones básicas si quieres que las cosas te vayan bien:

1. Cuida de tus clientes como si fueran familia.
2. Haz que tu producto esté solo en el mercado.
3.
En todo lo que hagas, déjate el alma.

Vendo desde que nací.

*

Cuando las amigas de mi madre venían a casa, les ponía el café y la cuenta. Les cobraba hasta el uso de las cucharillas.

Mientras ellas se contaban sus cosas, yo hacía manualidades y se las vendía en un mercadillo improvisado al salir.

¡Qué paciencia me echaban, benditas mías!

Escribí mi primer cuento a los 5 años.

Se llamaba «Howard y la zanahoria podrida».

Y empezando por ahí, no he dejado de gastar bolis.

Como ves, escribir y vender me acompañan de la mano desde siempre.

Estudié Traducción para cambiar el mundo, como soñaba mi admirada Mafalda, pero se me olvidó contar con las crisis, económicas y existenciales…

Volé a París, para descubrir si la vida allí era tan rosa como cantaba Edith.

Fue variando de tonos, pero me quedé 4 años irrepetibles (en lo personal, lo laboral mejor no te lo cuento).

Al volver, emprendí por primera vez.

Sin tener ni idea de qué iba la vaina, me arruiné de la manera más profesional: cuesta abajo y sin frenos.

Volví al mercado laboral tradicional y conocí a mi adorado Señor con barba, mi marido y padre de lo más bonito que me ha dado la vida.

Mi hija Ana.

Por ella y por mí y porque en esta sociedad no hay demasiada cabida para la conciliación, volví a tomar el camino del emprendimiento.

Y esta vez, SÍ.

¿Por qué emprender?

Por culpa de mi madre.

Siempre que tengo una idea loca, como dejar un trabajo estable con un buen sueldo para perseguir un sueño, responde sin pestañear: «Yo confío en ti, puedes hacerlo, adelante».

Está claro, ser una lunática se hereda.

Y aquí me tienes, reconciliada con la vida, viviendo de una vocación y pasando tiempo con mi hija.

Igual que hicieron conmigo.

Ahora y siempre.

Gracias, mamá.

Marchando una de "Conóceme un poco mejor".

"Una vez estuve 10 minutos criticando la música de un cantante que resultó ser mi interlocutor".
"Nunca he cogido un avión a la hora. Solo mi relación con los aviones daría para escribir una novela larga."
"Lo más raro que me han robado ha sido la comida de mi plato en un restaurante."
"Tengo una habilidad especial para no poder visitar monumentos emblemáticos."
"Colecciono bolas de nieve. No puedo explicar por qué me gustan, pero si vas de viaje, ya sabes."
"Me encanta el tenis y me vuelvo un poco loca cuando juega Rafa Nadal. Una vez soñé que me tocaba sustituirle en la final de Roland Garros."

Grosso modo, esta soy yo.

Si has llegado hasta aquí, es buena señal.

Ahora te falta contarme qué haces y vemos cómo te puedo ayudar.

¿Empezamos?